viernes, 27 de enero de 2012

17 de enero de 2011



Empecé a fumar como todos supongo por pura tontería. Mi amiga P. me enseñó a hacerlo una tarde en la cafetería del barrio. Tragabas el humo y con él dentro decías "La mujer que sabe fumar echa el humo después de hablar" y entonces, una vez pronunciada la dichosa frasecita, podías expulsar el humo. El "glamour" con el que lo hicieras dependía de ti. Tendríamos entonces unos 16 años y toda la tontería del mundo encima. Luego yo enseñé con la misma técnica a otras y aquello se convirtió en una cadena en la que todos los de la pandilla terminamos fumando.
Era un fumeteo ocasional, visitas al pueblo en fiestas y poco más. Yo entonces era bastante responsable y empollona y aquello del fumar como que no iba demasiado con mi forma de ser.
A los 21 tuve la primera crisis gorda de mi vida y, en mi caída, un día sin pensar demasiado bajé al estanco y me compré mi primera cajetilla de Nobel, fue el inicio de una relación de amor-odio que casi ha durado 20 años.
No sé al resto, pero en mi caso, casi cada cigarro me hacía sentir culpable. Es difícil perdonarte cuando sabes que te estás matando poco a poco. Pero por otra parte la adicción es tan fuerte, tan brutal, que cuesta horrores aguantar un par de horas sin dar una calada. Yo fumaba Fortuna, una cajetilla al día. Aún hoy es escribir la palabra Fortuna y sentir mono. Manda narices.
El tabaco mata, eso lo sabemos todos. Además huele mal, su olor te impregna la ropa, las manos, el pelo... (eso lo llevaba fatal), da carraspera, tos (aunque yo la verdad es que no tosía casi nada), tienes flemillas constantemente, amarillea los dedos, los dientes, produce mal aliento... Cuando pelaba al perro cogía su pelo y al olerlo olía a tabaco, ceniceros llenos de colillas...
Todo eso me lo repetía yo constantemente para coger fuerzas...
Pero el tabaco también tiene otra cara, lo usas cuando estás nervioso para calmarte, cuando estás dormido para despertarte, cuando esperas a alguien que no llega para acompañarte, cuando estás harto en el trabajo para salir con los compis a despejarte, cuando estás concentrado, cuando sufres, cuando estás contento, cuando no sabes qué hacer con las manos... Y el mejor: En buena compañía delante de un cafelito o una caña de cerveza para... no sé muy bien para qué, pero ese es buenísimo :)
El tabaquismo se instala sin avisar, poco a poco, y, cuando te quieres dar cuenta, se ha convertido en parte de tu vida, de tu día a día. Como un novio que te arruina la vida pero al que no puedes dejar porque te tiene embrujada.
P. dejó de fumar en una intentona que hicimos en noviembre de 2010, lo hizo por mi, porque soy muy plasta y porque yo quería dejarlo para tener más posibilidades en mis tratamientos. A los dos días volví a caer, fue mi récord, nunca había aguantado tanto sin fumar. Estuve una semana escondiéndome de P y bajando a fumar al garaje, en el coche, a horas intempestivas para que él no me pillara... Me sentía patética pero me daba vergüenza que viera que había caído después de lo pesada que me puse para que lo dejáramos.
Con las uvas de Nochevieja pedí fuerzas para poder dejarlo. Lo dejaba un ratito, 3 horas, 5 horas... y volvía a caer. Dejaba de comprar una mañana y al rato me volvía loca buscando algún fumador que me diese uno porque ya no podía más... cada vez me sentía más impotente.
El 17 de enero de 2011, a la vuelta del curre, en mi Ibiza, en mi primer coche, el que ahora voy a vender porque no me cabe el carrito, en mi querido coche, apagué el que espero que sea mi ÚLTIMO cigarro. No sé qué clase de hastío me llevó a ello. El caso es que me dije "Se ha terminado" y descubrí que no hay otro secreto para dejarlo que la fuerza de tu determinación. Que es la duda, el titubeo, el que alimenta el mono, pero que cuando estás decidido y te desesperas de ansiedad (porque es desesperante) un NO rotundo dicho desde tu yo más íntimo es el mejor parche de nicotina.
Supongo que el deseo de ser madre primó sobre todo lo demás. Quería hacerme un tratamiento desintoxicada, al menos uno, y decidí que sería el siguiente. El otro día descubrí que ese día MJ tuvo a su niña, supongo que inconscientemente aquello también pesó mucho en mi decisión (gracias MJ).
En el siguiente tratamiento, en marzo, me quedé embarazada. El embarazo fue el mejor aliado para mantener el mono a raya. Cuando nacieron los peques el mono salió del armario y me tentó con su baile insinuante. Sin embargo, ahora tengo dos cachorrillos a los que no quiero intoxicar, ellos son ahora mis aliados en la lucha... porque me sigue apeteciendo bastante, en momentos muy puntuales, pero muy puñeteros, porque cuando me apetece, me apetece mucho y porque sé que si me fumo uno a los pocos días volveré a mi querida-odiada cajetilla de Fortuna.
El día 17 hizo un año. Ya soy ex fumadora según la OMS. Me siento muy orgullosa de mi misma.

4 comentarios:

  1. Felicidades guapa estas hecha toda una campeona!! Y nosotras también estamos orgullosas de ti. besos

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  2. FELICIDADES!! Hay que ver como atormentan esas pequeñas batallas interiores. Me alegro un montón de que hayas vencido a esa cajetilla!

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  3. Lo mio fue el 16 de septiembre de 2004...había hecho algunos intentos previos pero siempre recaia...el dia de la boda de la Leti y el principe...me parti el labio y todo cuando iba toda monosa a comprar para no perderme los especiales!imaginate
    y recuerdo el ultimo cigarro...lo apague a mitad y me dije "es el ultimo".
    cuando llegue a casa no tenia tabaco y baje coriendo a comprar...me senti como un yonki y me reafirme en mi decisión....todavia guardo ese paquete de fortuna sin abrir Y no puedo estar más contenta!!!

    MUCHO ANIMO Y NO VUELVAS!!

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  4. Gracias chicas ;)
    Uma qué fuerte lo de tu labio, te entiendo cuando dices que ibas toda monosa. No sé cómo tuviste valor para guardar el paquete y vivir al ladito de la tentación. Has hecho la cuenta de lo que llevas ahorrado??? Enhorabuena!!

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